El último fin de semana de 1985, Adolfo Suárez se acercó al Finisterre gallego. Estaba de precampaña con el Centro Democrático y Social, su marca política después de la catástrofe de la U.C.D., que como me comentó un día Pablo González Mariñas fue más bien “una voladura controlada”.
En aquellas jornadas pateó distintos puntos de la comarca, con más o menos detenimiento, y con muchos “saludas” y algunos mítines. El líder centrista recorrió en una primera etapa las localidades de Negreira, Ames, Muros, Ézaro(Dumbría), Cee y Finisterre, y completó su tourneé con visitas a Santa Comba, Vimianzo, Baio, Ponte do Porto, Camariñas y Muxía, donde tenía como candidato al abogado Martín Gómez.
Mi vago recuerdo es de su mitin en la sala de fiestas de Ponte do Porto por aquellas fechas. Mis mayores recuerdos, de verlo a través de la televisión. Aquella campaña, en la que arropaba al candidato a la Xunta, José Otero, fue un ejemplo de muchos abrazos y afectos a un hombre querido como Adolfo, pero de muy pocos votos. Unos 41.411 votos y un pobre 3,35 de votos en toda Galicia.
Las simpatías no se tradujeron en papeletas, y no cumplió su mínimo objetivo de conseguir un acta de diputado para un CDS que era la sexta fuerza en el “Fogar de Breogán”. Adolfo llegó a la “Costa da Morte” en medio de la marejada del “Caso Palazón”, y como siempre afrontó los duros embistes de la política, con elegancia, cintura y bastante talante.
Una huella imborrable de nuestra historia, que yo pude conocer un poco más a través del magnífico libro de Luís Herrero “Los que le llamábamos Adolfo”. Que en paz descanse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario